« Para defender la lucha por la sensación de abandono experimentada en la primera infancia, el adulto tiene un gran número de mecanismos. Aparte de la mera negación, la mayoría de las veces encontramos la lucha perpetua, agotadora, para satisfacer las necesidades reprimidas, y desde entonces pervertida, con la ayuda de símbolos: drogas, grupos, cultos de todo tipo, perversiones. Las intelectualizaciones también son comunes porque ofrecen una protección muy fiable, que sin embargo puede tener efectos fatales si el cuerpo -como es el caso de las enfermedades graves- toma el control. Todos estos mecanismos de defensa van acompañados de la reversión de la situación inicial y de los sentimientos relacionados con ella. »

« El niño se comporta de tal manera que muestra sólo lo que se espera de él, y se identifica completamente con esa apariencia. Su verdadero Ser no puede desarrollarse y diferenciarse porque no se puede vivir. No es de extrañar que estos pacientes se quejen de una sensación de vacío, dicen que su existencia les parece sin sentido, que no se sienten como en casa en ninguna parte. Este vacío es real. De hecho, ha habido un secado, un empobrecimiento, un sofocamiento parcial de sus posibilidades. El niño fue herido en su integridad, y esto ha reducido su espontaneidad, su impulso vital. Estos niños a veces tienen sueños en los que se ven medio muertos. »

« La paz a la que aspiran tantos seres humanos no puede ser dada desde el exterior. »