« La realización del deseo no es una cuestión de realidades objetivas. Depende de nuestro poder para satisfacernos a nosotros mismos y de nuestro derecho a la satisfacción, es decir, la libertad de implementar los actos relacionales de nuestro cuerpo. Las realidades objetivas invocadas como objetos de falta y lujuria —generalmente inaccesibles— son todas las trampas puestas en la cura para enmascarar (y así mantener) las inhibiciones asociadas con estos actos, trampas que — ¡con qué frecuencia! — mantendrá el deseo prisionero de por vida. »

« Cuando el bebé siente que sus impulsos y fantasías destructivas se dirigen hacia la persona total de su objeto amado, la culpa aparece con toda su fuerza y, con ella, la necesidad, imposible de satisfacer, de reparar, preservar, de revivir el objeto amado "dañado". »

« Fue Ferenczi quien me introdujo en el psicoanálisis, me enseñó su verdadera naturaleza y significado. Fue dotado de una sensibilidad inmediata y profunda hacia el inconsciente y el simbolismo, una intuición asombrosa para todo lo que toca el alma infantil; me ayudó, a través de su ejemplo que me marcó, a entender la psicología del niño. Fue de nuevo él quien me señaló mis habilidades para el análisis de los niños, cuyo progreso le interesaba al máximo, y que me animó a dedicarme a este campo, todavía tan poco explorado en ese momento, de terapias psicoanalíticas. »