« Miércoles. Agustín acoge con beneplácito el tercer día cuando recibimos a un niño que acaba de nacer. Sin un sonido, tranquilo, ojos remachados en esta vida frágil, pequeño y nuevo. Sentado en el borde de la ventana de su dormitorio, Agustín observa el cielo. Poco a poco desliza sus dedos sobre el azulejo. El cielo reconoce la carca de la carca. El y Agustín saben el secreto de las palabras que haces con tus manos. »
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Virginie LLOYD
Querida felicidad, me tomé la libertad de escribirte. Date prisa para responder... |
Virginie LLOYD
Querida felicidad, me tomé la libertad de escribirte. Date prisa para responder...
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« A Agustín le encantan los miércoles, son sabios como imágenes. Lejos de los niños que corren en los parques, lejos de las pelotas de básquetbol rebotando en el concreto. Lejos de las niñeras gritando "¿dejar de comer arena?" Lejos de los centros airenos que en realidad no lo son. Lejos de otros que no entienden a este niño de doce años, enamorados de la soledad. Agustín lo sabe, es raro. Extraño como una seda que raya, un perfume que pica, una fruta sin sabor. Agustín es diferente. No le gusta cortejar al mundo, no se dobla cuando aparecen los Reyes. No se ríe de todos los chistes del bufón y puede guillotin con palabras simples. A menudo te cuenta historias de dragones en los que no crees. A menudo sueña con lanzarte a la hoguera porque los dragones realmente existen. Agustín es este niño que amamos en el barrio, pero que nunca es invitado al gusto. Agustín es invisible, pero los ojos lo juzgan, lo ordenan y lo forjan. Agustín es este soldado estacionado en el frente, desarmado, sin compañeros. El enemigo lo hiere y cuando grita, se le pide que se calle. Lucha una batalla sin aullidos, sin dolor, sin bombas, sin tierra temblorosa. Una lucha silenciosa pero ensordecedor. Este tipo de guerra de la que no se habla en los libros de historia. Una lucha interior que, para otros, es sólo un rumor. »
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Virginie LLOYD
Querida felicidad, me tomé la libertad de escribirte. Date prisa para responder... |
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« Las niñas nacen en rosas. Los chicos de las coles. Agustín y frambuesas, en zarzas. Agustín leyó en un libro que estos frutos no provenía de una semilla, sino de un chupador, un rechazo que se origina en una raíz. También él tiene raíces profundas. Tan profundo que a veces tiene problemas para saber de dónde viene. Debajo de las zarzas, un reino puede estar escondido. Un reino donde la descendencia ya no apestaría, sino dragones. Un reino donde el mundo se invertiría, donde las raíces jugarían con las estrellas y donde uno dormiría en las nubes. »
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Virginie LLOYD
Querida felicidad, me tomé la libertad de escribirte. Date prisa para responder... |
Virginie LLOYD
Querida felicidad, me tomé la libertad de escribirte. Date prisa para responder...
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